En los últimos 250 años, la innovación en la tecnología ha pasado, de ser un proceso realizado por inventores, a uno realizado por grupos de investigación y desarrollo, de distintas firmas y organizaciones.

Para Schumpeter (1984) la innovación tecnológica es un proceso en el que se ponen en práctica nuevas combinaciones en los métodos de producción, nuevos mercados, nuevas fuentes de materias primas o una nueva organización en la industria de donde pueden surgir nuevos bienes o el mejoramiento de éstos (Benavides, 2004).

Entonces, la innovación tecnológica representa cambios en el conocimiento tecnológico generado por una competencia dinámica entre rutinas, es decir, por un proceso de aprendizaje.

La tecnología puede ser una parte visible de una innovación, pero en ocasiones la nueva tecnología opera “tras bambalinas”, solo es visible por algunos colaboradores de la empresa. Al respecto, lo trascendental es que el cambio tecnológico es esencial para la innovación (Dávila et al., 2013).

De acuerdo con Ahmed (2012), la tecnología afecta a las empresas en tres áreas: su producto o servicio, proceso y administración.

Es decir, las tecnologías de productos son el conjunto de ideas y conocimientos incorporados en el producto o servicio que lo distingue de los demás en el mercado. Las tecnologías de proceso son el conjunto de ideas y conocimientos aplicables en el proceso productivo o en la cadena de suministro.